sábado, 6 de octubre de 2012

El Bautismo - 41

EL SIGNIFICADO DEL RITO
Los ritos del bautismo y de la cena del Señor son dos columnas monumentales una afuera y la otra dentro de la iglesia. Sobre estos ritos Cristo ha inscripto el nombre del verdadero Dios.
Cristo ha hecho del bautismo la señal de entrada en su reino espiritual. Ha hecho de él una condición positiva que todos deben cumplir si desean ser considerados bajo la autoridad del Padre, del Hijo y Espíritu Santo. Antes que el hombre pueda hallar un hogar en la iglesia, antes de pasar el umbral del reino espiritual de Dios, ha de recibir la impresión del divino nombre "Jehová, justicia nuestra."*
El bautismo es una renunciación muy solemne del mundo. Los que son bautizados en el triple nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, al comienzo mismo de su vida cristiana declaran públicamente que han abandonado el servicio de Satanás, y que han venido a ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial. Han obedecido la orden: "Salid de en medio de ellos, y apartaos, . . . y no toquéis lo inmundo." Y para ellos se cumple la promesa: "Y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso." *
LA PREPARACIÓN PARA EL BAUTISMO
Los candidatos para el bautismo necesitan una preparación más cabal. Necesitan ser instruidos más fielmente de lo que generalmente lo han sido. Los principios de la vida cristiana han de ser presentados claramente a los recién venidos a la verdad. Nadie puede depender de su profesión de fe como prueba de que tiene una relación salvadora con Cristo. No hemos de decir solamente: Yo creo, sino practicar la verdad. Confortándonos a la voluntad de Dios en 289 nuestras palabras, nuestro comportamiento y carácter, es como probamos nuestra relación con él. Cuando quiera que uno renuncie al pecado, que es la transgresión de la ley, su vida será puesta en conformidad con la ley, en perfecta obediencia. Esta es la obra del Espíritu Santo. La luz de la palabra estudiada cuidadosamente, la voz de la conciencia, las luces del Espíritu, producen en el corazón verdadero amor a Cristo, quien se dio como sacrificio completo para redimir toda la persona: el cuerpo, el alma y el espíritu. Y el amor se manifiesta por la obediencia. La línea de demarcación será clara entre los que aman a Dios y guardan sus mandamientos, y aquellos que no le aman y desprecian sus preceptos.
Los fieles hombres y mujeres que sean cristianos deben tener un interés intenso en impartir al alma convencida un correcto conocimiento de la justicia en Cristo Jesús. Si algunos han permitido que el deseo de satisfacción egoísta llegue a ser supremo en su vida, los creyentes fieles deben velar por estas almas como quienes tienen que dar cuenta No deben descuidar la instrucción fiel, tierna y amante tan esencial para los jóvenes conversos, a fin de que no haya obra hecha a medias. La primera experiencia debe ser correcta.
Satanás quiere que nadie ve la necesidad de una completa entrega a Dios. Cuando el alma deja de hacer esta entrega, no abandona el pecado; los apetitos y pasiones luchan por el dominio; las tentaciones confunden la conciencia, de manera que la verdadera conversión no se realiza. Si todos tuviesen un concepto del conflicto que cada alma debe sostener con los agentes satánicos que están tratando de entrampar, seducir y engañar, habría una labor diligente mucho mayor en favor de los que son jóvenes en la fe.
Estas almas, abandonadas a sí mismas, son con frecuencia tentadas, y no disciernen lo malo de la tentación. Hágaseles sentir que es su privilegio solicitar 290 consejo. Déjeseles buscar la sociedad de aquellos que pueden ayudarles. Tratando con aquellos que aman y temen a Dios, recibirán fuerza.
Nuestra conversación con estas almas debe ser de un carácter espiritual y animador. El Señor nota los conflictos de todos los seres débiles que dudan y luchan, y ayudará a todos los que le invocan. Verán el cielo abierto delante de sí, y los ángeles de Dios que bajan y suben por la escalera resplandeciente por la cual ellos están tratando de subir.
LA OBRA DE LOS PADRES.
Los padres cuyos hijos deben ser bautizados tienen una obra que hacer, tanto en cuanto a examinarse a sí mismos como en cuanto a dar instrucciones fieles a sus hijos. El bautismo es un rito muy sagrado e importante, y debe comprenderse cabalmente su significado. Significa arrepentirse del pecado, Y entrar en una nueva vida en Cristo Jesús. No debe haber indebido apresuramiento para recibir este rito. Cuenten tanto los padres como los hijos el costo. Al consentir en que sus hijos sean bautizados, los padres se comprometen solemnemente a ser fieles mayordomos para con estos hijos, a guiarlos en la edificación de su carácter. Se comprometen a cuidar con interés especial estos corderos del rebaño, a fin de que no deshonren la fe que profesan.
Debe darse instrucción religiosa a los niños desde sus más tiernos años. Debe serles dada no con espíritu de condenación, sino con un espíritu alegre y feliz. Las madres necesitan estar en guardia constantemente, no sea que la tentación llegue a los niños en forma que no la reconozcan. Los padres han de guardar a sus hijos con instrucciones sabias y placenteras. Como los mejores amigos de estos inexpertos, deben ayudarles en la obra de vencer, porque para ellos el ser victoriosos significa todo. Deben considerar que sus propios hijos amados que están tratando de hacer lo recto, son miembros más jóvenes de la familia del Señor, y deben sentir intenso interés en cuanto 291 a andar rectamente en el camino de la obediencia del Rey. Con amante interés, deben enseñarles día tras día lo que significa ser hijos de Dios y entregar la voluntad en obediencia a él. Enseñadles que la obediencia a Dios entraña obediencia a los padres. Esta debe ser una obra de cada día y hora. Padres, velad, velad, y orad, y haced de vuestros hijos vuestros compañeros.
Cuando llega el período más feliz de su vida, y en su corazón aman a Jesús y desean ser bautizarlos, obrad fielmente con ellos. Antes que reciban el rito, preguntadles si es su primer propósito en la vida trabajar para Dios. Entonces explicadles cómo principiar. Las primeras lecciones significan mucho. Con sencillez, enseñadles a prestar su primer servicio a Dios. Presentadles esta obra de la manera más fácil de comprender que sea posible. Explicadles lo que significa darse al Señor, hacer exactamente lo que su Palabra indica, bajo el consejo de padres cristianos.
Después de trabajar fielmente, si estáis convencidos de que vuestros hijos comprenden el significado de la conversión y el bautismo, y son verdaderamente convertidos, sean bautizados. Pero, repito, ante todo preparaos a vosotros mismos a fin de actuar como fieles pastores para guiar sus pies inexpertos por la senda estrecha de la obediencia. Dios debe obrar en los padres para que ellos puedan dar a sus hijos un buen ejemplo, de amor, cortesía y humildad cristiana, y así de una entrega completa del yo a Cristo. Si consentís en el bautismo de vuestros hijos y luego los dejáis hacer como quieren, no sintiendo el deber especial de mantener sus pies en la senda recta, vosotros mismos sois responsables si pierden la fe, el valor y el interés en la verdad.
LA OBRA DEL PASTOR.
Los candidatos adultos deben comprender su deber mejor que los jóvenes; pero el pastor de la iglesia tiene un deber que cumplir para con estas almas, ¿Tienen malas costumbres y prácticas? 292 Es deber del pastor tener reuniones, especiales con ellos. Déles estudios bíblicos, converse y ore con ellos, y muéstreles claramente lo que el Señor requiere de ellos. Léales la enseñanza de la Biblia acerca de la conversión. Muéstreles cuál es el fruto de la conversión, la evidencia de que aman a Dios. Muéstreles que la verdadera conversión es un cambio de corazón, de pensamientos y propósitos. Han de renunciar a las malas costumbres. Han de desechar los pecados de la maledicencia, los celos y la desobediencia. Deben sostener una guerra contra todo mal rasgo de carácter. Entonces el que cree puede apropiarse comprensivamente la promesa: "Pedid, y se os dará." *
EL EXÁMEN DE LOS CANDIDATOS
La prueba del discipulado no se aplica tan estrictamente como debiera ser aplicada a los que se presentan para el bautismo. Debe saberse si están simplemente tomando el nombre de adventistas del séptimo día, o si se colocan de parte del Señor, para salir del mundo y separarse de él, y no tocar lo inmundo. Antes del bautismo, debe hacerse un examen cabal de la experiencia de los candidatos. Hágase este examen, no de una manera fría y alejada, sino bondadosa y tiernamente, señalando a los nuevos conversos el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Háganse sentir los requerimientos del evangelio a los candidatos para el bautismo.
Uno de los puntos acerca de los cuales los recién venidos a la fe necesitarán instrucción, es el asunto de la indumentaria. Óbrese fielmente con los nuevos conversos. ¿Son vanidosos en el atavío? ¿Albergan orgullo en su corazón? La idolatría del atavío es una enfermedad moral. No debe ser introducida en la nueva vida. En la mayoría de los casos, la sumisión a los requerimientos del evangelio exigirá un cambio decidido en la manera de vestir. 293
No debe haber negligencia al respecto. Por amor de Cristo, cuyos testigos somos, debemos tratar de sacar el mejor partido de nuestra apariencia. En el servicio del tabernáculo, Dios explicó todo detalle concerniente a las vestiduras de los que ministraban delante de él. Esto nos enseña que él tiene una preferencia con respecto a la indumentaria de los que le sirven. Fueron muy específicas las instrucciones dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran simbólicas. Así la indumentaria de los que siguen a Cristo, debe ser simbólica. En todas las cosas, hemos de ser representantes de él. Nuestra apariencia en todo respecto debe caracterizarse por el aseo, la modestia y la pureza. Pero la Palabra de Dios no sanciona el hacer cambios en el atavío meramente por seguir la moda, a fin de conformarse al mundo. Los cristianos no han de adornar su persona con atavíos costosos o adornos caros.
Las palabras de la Escritura acerca de la indumentaria deben ser consideradas cuidadosamente. Necesitamos comprender lo que el Señor del cielo aprecia, aun en lo referente a vestir el cuerpo. Todos los que busquen sinceramente la gracia de Cristo, escucharán las preciosas palabras de instrucción inspiradas por Dios. Aun el modo de ataviarnos expresará la verdad del evangelio.
Todos los que estudian la vida de Cristo y practican sus enseñanzas, vendrán a ser como Cristo. Su influencia será como la de él. Revelarán sanidad de carácter. Mientras andan en la humilde senda de la obediencia, haciendo la voluntad de Dios, ejercen una influencia que se hace sentir en favor del adelantamiento de la causa de Dios y la sana pureza de su obra. En estas almas cabalmente convertidas, el mundo ha de tener un testimonio del poder santificador de la verdad sobre el carácter humano.
El conocimiento de Dios y de Jesucristo, expresado en el carácter, es una exaltación sobre todo lo que se 294 estima en la tierra o en el cielo. Es la educación más elevada que haya. Es la llave que abre los portales de la ciudad celestial. Es propósito de Dios que todos los que se visten de Cristo por el bautismo posean este conocimiento. Y es deber de los siervos de Dios presentar a estas almas el privilegio de su alta vocación en Cristo Jesús.
LA ADMINISTRACIÓN DEL RITO
Cuando quiera que sea posible, adminístrese el bautismo en un claro lago o arroyo de agua corriente. Y désele a la ocasión toda la importancia y solemnidad que se le pueda infundir. En un servicio tal, los ángeles de Dios están siempre presentes.
El que administra el rito del bautismo debe tratar de que esta ocasión ejerza una influencia solemne y sagrada sobre todos los espectadores. Cada rito de la iglesia debe ser dirigido de manera que su influencia sea elevadora. Nada ha de ser hecho en forma común o despreciable, o puesto al nivel de las cosas comunes. Nuestras iglesias necesitan ser educadas a tener mayor respeto y reverencia por el sagrado servicio de Dios. Mientras los predicadores dirigen los servicios relacionados con el culto de Dios, están educando y preparando a la gente. Los pequeños actos que educan, preparan y disciplinan el alma para la eternidad son de vastas consecuencias para elevar y santificar a la iglesia.
En toda iglesia debe haber mantos bautismales para los candidatos. Esto no debe considerarse como un desembolso innecesario de recursos. Fue una de las cosas requeridas para obedecer la orden. "Empero hágase todo decentemente y con orden."*
No es bueno que una iglesia dependa de mantos prestados por otra. Con frecuencia, cuando se necesitan no se pueden encontrar; alguno que los pidió prestados; descuidó el devolverlos. Cada iglesia debe 295 proveer para sus propias necesidades al respecto. Créese un fondo con este fin. Si toda la iglesia se une en ello, no resultará una carga pesada.
Los mantos bautismales deben ser hechos de buen material, de algún color obscuro que el agua no perjudique, y llevar pesos en la parte inferior. Sean vestiduras limpias, de buen corte, y hechas según un modelo aprobado. No debe intentarse adornarlas, ni ponérseles pliegues. Toda ostentación, sea de adorno u otra cosa, queda completamente fuera de lugar. Cuando los candidatos sientan el significado del rito, no desearán adornos personales. No debe haber, sin embargo, nada de desmañado o feo, que ofendería a Dios. Todo lo relacionado con este santo rito debe revelar una preparación tan perfecta como sea posible.
DESPUES DEL BAUTISMO.
Los votos que asumimos con el bautismo abarcan mucho. En el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, somos sepultados como en la muerte de Cristo, y levantados a semejanza de su resurrección, y hemos de vivir una vida nueva. Nuestra vida ha de estar ligada a la vida de Cristo. Desde entonces en adelante el creyente ha de estar presente que está dedicado a Dios, a Cristo y al Espíritu Santo. Ha de subordinar a esta nueva relación, todas las consideraciones mundanales. Ha declarado públicamente, que ya no vive en el orgullo y la complacencia propia. Ya no ha de vivir en forma descuidada e indiferente. Ha hecho un pacto con Dios. Ha muerto al mundo; ha de vivir para Dios y dedicarle toda la capacidad que le confió, sin perder jamás de vista el hecho de que lleva la firma de Dios; es un súbdito del reino de Cristo, participante de la naturaleza divina. Ha de entregar a Dios todo los que es y todo lo que tiene, empleando sus dones para la gloria de su nombre.
Las obligaciones del pacto espiritual que se hace en el bautismo son mutuas. Mientras los seres humanos 296 nos desempeñan su parte con obediencia ferviente, tienen derecho a orar: "Sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel." * El hecho de que habéis sido bautizados en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es una garantía de que si pedís su ayuda, estas potestades os ayudarán en toda emergencia. El Señor oirá y contestará las oraciones de los que le sustituyen sinceramente, llevan el yugo de Cristo y aprenden en su escuela la mansedumbre y humildad.
"Si habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios."*
"Vestios pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia; sufriéndoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros si alguno tuviere queja del otro: de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de caridad, la cuál es el vínculo de la perfección. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la cual asimismo sois llamados en un cuerpo; y sed agradecidos. . . . Y todo lo que hacéis, sea, de palabra, o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por él."* 297

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