sábado, 6 de octubre de 2012

Demos a Dios lo Suyo - 56

EL SEÑOR ha dado a su pueblo un mensaje para este tiempo. Está presentado en el tercer capítulo de Malaquías. ¿Cómo podría el Señor presentar sus requerimientos de una manera más clara y enérgica que en ese capítulo?
Todos deben recordar que los requerimientos de Dios para con nosotros están a la base de cualquier otro derecho. El nos da abundantemente, y el contrato que él ha hecho con el hombre es que una décima parte de sus posesiones sea devuelta a Dios. El confía misericordiosamente sus tesoros a sus mayordomos, pero dice del diezmo: Es mío. En la misma proporción en que Dios ha dado su propiedad al hombre, el hombre debe devolverle un diezmo fiel de toda su substancia. Este arreglo preciso fue hecho por Jesucristo mismo.
Esta obra entraña resultados solemnes y eternos, y es demasiado sagrada para ser dejada al impulso humano. No debemos sentirnos libres para tratar este asunto como quisiéramos. En respuesta a los requerimientos de Dios, deben ponerse aparte como sagradas para su obra, reservas regulares.
LAS PRIMICIAS
Además del diezmo, el Señor exige las primicias de todas nuestras ganancias. Se las ha reservado a fin de que su obra en la tierra pueda ser sostenida ampliamente. Los siervos del Señor no han de verse limitados a una mísera pitanza. Sus mensajeros no han de ser estorbados en su obra de presentar la palabra de vida. A medida que enseñan la verdad, deben tener recursos que invertir en el adelantamiento de la obra que debe ser hecha al debido tiempo, a fin de ejercer la influencia mejor y más poderosa para salvar. Deben realizarse acciones de misericordia; debe ayudarse a los pobres y dolientes. Debe haber 390 donativos y ofrendas apropiadas para este propósito. Especialmente en los campos nuevos, donde nunca se ha enarbolado el estandarte de la verdad, debe hacerse esta obra. Si todos los que profesan ser hijos de Dios, tanto ancianos como jóvenes, cumpliesen su deber, no habría escasez en la tesorería. Si todos pagasen un diezmo fiel, y dedicasen a Dios las primicias de sus ganancias, habría abundante provisión de recursos para su obra. Pero la ley de Dios no es respetada ni obedecida, y esto ha ocasionado una necesidad apremiante.
RECORDEMOS A LOS POBRES
Todo despilfarro debe ser suprimido de nuestra vida; porque el tiempo que tenemos para trabajar es corto. En derredor nuestro, vemos necesidades y sufrimientos. Hay familias que necesitan alimentos; pequeñuelos que lloran por pan. Las casas de los pobres carecen de los debidos muebles y ropa de cama. Muchos de ellos viven en tugurios, casi completamente privados de las cosas necesarias. El clamor de los pobres llega al cielo. Dios ve; Dios oye. Pero muchos se glorifican a sí mismos. Mientras que sus semejantes sufren pobreza y hambre, gastan mucho en sus mesas, y comen mucho más de lo necesario. ¡Qué cuenta tendrán que dar pronto los hombres por el uso egoísta del dinero de Dios! Los que desprecian la provisión que Dios ha hecho para los pobres, encontrarán que no sólo robaron a sus semejantes, sino que al robarles, robaron a Dios, y despilfarraron sus bienes.
TODAS LAS COSAS PERTENECEN A DIOS
Todo el bien que el hombre goza proviene de la misericordia de Dios. Él es el grande y bondadoso Dador. Su amor se manifiesta a todos en la abundante provisión hecha para el hombre. Nos ha dado un tiempo de gracia en que formar un carácter para las cortes celestiales. Y si nos pide que reservemos una parte de nuestras posesiones para él, no es porque necesite algo. 391
El Señor creó todo árbol del Edén agradable para los ojos y bueno como alimento, e invitó a Adán y Eva a disfrutar libremente de sus bondades. Pero hizo una excepción. No debían comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios se reservó ese árbol como recuerdo constante de que era dueño de todo. Así les dio la oportunidad de demostrar su fe y confianza obedeciendo perfectamente sus requerimientos.
Así también sucede con las exigencias de Dios para con nosotros. Pone sus tesoros en las manos de los hombres, pero requiere que una décima parte sea puesta fielmente a un lado para su obra. Requiere que esta porción sea puesta en su tesorería. Ha de serle entregada como su propiedad; es sagrada, y debe emplearse para fines sagrados, para el sostén de los que han de proclamar el mensaje de salvación en todas partes del mundo. El reserva esta porción, a fin de que siempre influyan recursos a su tesorería, y que la luz de la verdad pueda ser llevada a aquellos que están cerca y a los que están lejos. Obedeciendo fielmente este requerimiento, reconocemos que todo lo que tenemos pertenece a Dios.
Y, ¿no tiene el Señor derecho a exigir esto de nosotros? ¿No dio acaso a su Hijo unigénito porque nos amaba y deseaba salvarnos de la muerte? ¿Y no habrán de afluir a su tesorería nuestras ofrendas de agradecimiento, para ser retiradas de allí a fin de promover su reino en la tierra? Puesto que Dios es el dueño de todos nuestras bienes, ¿no habrá de impulsamos la gratitud a él a presentarle ofrendas voluntarias y de agradecimiento, en prueba de que lo reconocemos dueño de nuestra alma, cuerpo, espíritu y propiedad? Si se hubiese seguido el plan de Dios, estarían ahora afluyendo recursos a su tesorería; y abundarían los fondos que permitirían a los predicadores entrar en nuevos campos, y podrían unirse obreros a los predicadores para enarbolar el estandarte de la verdad en los lugares obscuros de la tierra. 392
SIN EXCUSA
Es un plan trazado por el cielo el que los hombres devuelvan al Señor lo que le pertenece; y esto está tan claramente presentado, que los hombres y mujeres no tienen excusa por no comprender o eludir los deberes y responsabilidades que Dios les ha impuesto. Los que aseveran que no pueden ver que es su deber, revelan al universo celestial, a la iglesia y al mundo, que no quieren ver este requerimiento tan claramente presentado. Piensan que siguiendo el plan del Señor, se privarían de sus propios bienes. En la codicia de sus almas egoístas desean tener todo el monto, tanto el capital como el interés, a fin de usarlo para su propio beneficio.
Dios pone su mano sobre todas las posesiones del hombre diciendo: Yo soy el dueño del universo, y estos bienes son míos. El diezmo que habéis retenido lo reservaba para el sostén de mis siervos en su obra de abrir las Escrituras a aquellos que están en la regiones obscuras, y que no conocen mi ley. Al usar mi fondo de reserva para satisfacer vuestros propios deseos, habéis privado vuestras almas de la luz que yo había provisto para ellas. Habéis tenido oportunidad de manifestarme vuestra lealtad, pero no lo habéis hecho. Me habéis robado; habéis hurtado mi fondo de reserva. "Malditos sois con maldición."*
OTRA OPORTUNIDAD
El Señor es longánime y misericordioso, y a los que han hecho esta iniquidad, les da otra oportunidad. "Tornaos a mí -dice,- y yo me tornaré a vosotros." Pero ellos dijeron: "¿En qué hemos de tornar?"* Han hecho fluir sus recursos por canales de servicio y glorificación propios, como si fuesen bienes que les pertenecieran, y no tesoros prestados. Sus conciencias pervertidas se han endurecido y cauterizado hasta el grado de que no ven la gran iniquidad que han hecho 393 al obstaculizar de tal manera el camino que la causa de la verdad no podía avanzar.
El hombre finito, aunque emplee para sí los talentos que Dios ha reservado para publicar la salvación, para enviar las gratas nuevas de un Salvador a las almas que perecen, aun mientras obstruye el camino por su egoísmo, pregunta: "¿En qué te hemos robado?" Dios contesta: "Los diezmos y las primicias. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado." Todo el mundo está empeñado en robar a Dios. Con el dinero que él les ha prestado, los hombres se entregan a la disipación, a las diversiones, orgías, banquetes y complacencias deshonrosas. Pero Dios dice: "Y llegarme he a vosotros a juicio."* Todo el mundo tendrá que dar cuenta en el gran día en que cada uno será sentenciado según sus obras.
LA BENDICIÓN
Dios se compromete a bendecir a los que obedecen sus mandamientos. "Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Increparé también por vosotros al devorador, y no os corromperá el fruto de la tierra; ni vuestra vid en el campo abortará, dice Jehová de los ejércitos."*
Con estas palabras de luz y verdad delante de sí, ¿cómo se atreven los hombres a descuidar un deber tan claro? ¿Cómo se atreven a desobedecer a Dios cuando la obediencia a sus requerimientos significa su bendición tanto en las cosas temporales como en las espirituales, y la desobediencia significa la maldición de Dios? Satanás es el destructor. Dios no puede bendecir a los que se niegan a serle mayordomos fieles. Todo lo que puede hacer es permitir a Satanás 394 que realice su obra destructora. Vemos que vienen sobre la tierra calamidades de toda clase y de todo grado; ¿y por qué? No se ejerce el poder restrictivo del Señor. El mundo ha despreciado la palabra de Dios. Vive como si no hubiese Dios. Como los habitantes del mundo en el tiempo de Noé, se niegan a pensar en Dios. La perversidad prevalece en un grado alarmante, y la tierra está madura para la mies.
LOS QUE SE QUEJAN
"Vuestras palabras han prevalecido contra mi, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? Habéis dicho: Por demás es servir a Dios; ¿y qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos tristes delante de Jehová de los ejércitos? Decimos pues ahora, que bienaventurados los soberbios, y también que los que hacen impiedad son los prosperados: bien que tentaron a Dios, escaparon."*
Pero Dios no quiere que nadie ande lamentándose delante de él. Los que así se quejan de Dios se han acarreado a sí mismos la adversidad. Han robado a Dios, y su causa ha sido estorbada porque el dinero que debería haber afluido a su tesorería fue empleado para propósitos egoístas. Mostraron su deslealtad Dios dejando de seguir el plan que él prescribió. Cuando Dios los prosperó y les pidió que le diesen su porción, sacudieron la cabeza y no pudieron ver que era su deber hacerlo. Cerraron los ojos de su 395 entendimiento, a fin de no ver. Retuvieron el dinero del Señor, y estorbaron la obra que él quería que se hiciese. Dios no fue honrado por el uso dado a los bienes que él había confiado. Por lo tanto, dejó caer la maldición sobre ellos, permitiendo que el devorador destruyese sus frutos y trajese calamidad sobre ellos.
"LOS QUE TEMEN A JEHOVÁ"
En Malaquías 3: 16 se presenta una clase de personas diferentes, una clase que se reunía, no para censurar a Dios, sino para hablar de su gloria y de sus misericordias. Habían sido fieles a su deber. Habían dado lo suyo al Señor. Daban testimonios que hacían cantar y regocijar a los ángeles celestiales. No tenían quejas que hacer contra Dios. A los que andan en la luz, que son fieles y leales en el cumplimiento de su deber, no se les oye quejarse ni censurar. Hablan palabras de valor, esperanza y fe. Son los que se sirven a sí mismos, los que no dan a Dios lo suyo, los que se quejan.
"Entonces los que temen a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día que yo tengo de hacer: y perdonarélos como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os tornaréis, y echaréis de ver la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve."*
La recompensa de la liberalidad hecha con toda el alma consiste en que la mente y el corazón son puestos en comunión más íntima con el Espíritu.
El hombre que ha caído en desgracia, y tiene deudas, no debe tomar la parte del Señor para cancelar 396 sus deudas con sus semejantes. Debe considerar que en estas transacciones se lo está probando, y que al reservar la parte del Señor para su propio uso, está robando al Dador. Es deudor a Dios por todo lo que tiene, pero llega a ser doblemente deudor cuando emplea el fondo del Señor para pagar deudas a seres humanos. Frente a su nombre se escriben en los libros del cielo las palabras: "Infidelidad a Dios." Tiene que arreglar una cuenta con Dios por haberse apropiado los recursos del Señor para su propia conveniencia. Y la falta de principios manifestada al apropiarse indebidamente los recursos de Dios será revelada en su manejo de otros asuntos. Se verá en todo lo relacionado con sus propios negocios. El hombre que roba a Dios cultiva rasgos de carácter que le impedirán ser admitido en la familia de Dios en el cielo.
Un empleo egoísta de las riquezas demuestra que uno es infiel a Dios, e incapacita al mayordomo de los recursos para el cometido superior del cielo.
Hay por doquiera canales por los cuales podría fluir la benevolencia. Se producen constantemente necesidades, hay misiones que se ven estorbadas por falta de recursos. Deberán ser abandonadas a menos que los hijos de Dios se despierten y comprendan el verdadero estado de cosas. No esperéis hasta el momento de la muerte para hacer vuestro testamento, porque debéis disponer de vuestros recursos mientras vivís. 397

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