JESÚS espera que
todos los que profesan ser sus soldados le presten servicio. El espera que Ud.
reconozca al enemigo y le resista, y no le dé confianza, traicionando así el
cometido sagrado. El Señor le ha puesto en una posición donde puede ser elevado
y ennoblecido, y estar constantemente adquiriendo idoneidad para su obra. Si no
tiene estas calificaciones, Ud. solo tiene la culpa.
Hay tres maneras
por las cuales el Señor nos revela su voluntad, para guiarnos y hacernos
capaces de guiar a otros. ¿Cómo podemos distinguir su voz de la de un extraño?
¿Cómo podemos discernir su voz de la de un falso pastor? Dios nos revela su
voluntad en su Palabra, las Santas Escrituras. Su voz se revela también en obras
providenciales; y la reconoceremos si no separamos nuestras almas de él andando
en nuestros caminos, haciendo según nuestra voluntad y siguiendo los impulsos
de un corazón no santificado, hasta que los sentidos se hayan confundido de tal
manera que no disciernan las cosas eternas y la voz de Satanás esté de tal
manera disfrazada que sea aceptada como la voz de Dios.
Otra manera de
oír la voz de Dios es por medio de las súplicas del Espíritu Santo, el cual
hace sobre el corazón impresiones que se elaborarán en el carácter. Si está Ud.
en duda acerca de algún asunto, debe consultar primero las Escrituras. Si
empezó de veras la vida de la fe, se ha entregado al Señor, para ser
completamente suyo, y él le ha tomado para amoldarlo según su propósito, a fin
de que sea vaso de honor. Debe tener un ferviente deseo de ser manejable en sus
manos, y de seguir donde quiera que le conduzca. Entonces confíe en que él
realizará sus designios, y al mismo tiempo coopere con él obrando su propia
salvación con temor y temblor. En esto Ud. hallará dificultad, hermano, porque
no ha aprendido todavía por experiencia a conocer la voz del buen Pastor, y 157
esto le coloca en duda y peligro. Ud. debiera poder distinguir su voz.
EL EJERCICIO DE
LA VOLUNTAD
La religión pura
tiene que ver con la voluntad. La voluntad es el poder que gobierna la
naturaleza humana, sometiendo todas las otras facultades a su dominio. La
voluntad no es el gusto o la inclinación, sino el poder que decide, que obra en
los hijos de los hombres para obedecer a Dios, o para desobedecerle.
Ud. es un joven
inteligente; desea ordenar su vida de manera que le haga idóneo para entrar en
el cielo al fin. Se desanima con frecuencia hallándose débil en fuerza moral,
esclavizado por la duda, y regido por los hábitos y costumbres de su antigua
vida de pecado. Encuentra que su naturaleza emotiva le es infiel, y falta a sus
mejores resoluciones, y a sus más solemnes compromisos.
Estará en
constante peligro hasta que comprenda la verdadera fuerza de la voluntad. Puede
creer y prometer todas las cosas, pero sus promesas o su fe no tendrán valor
hasta que ponga su voluntad de parte de la fe y la acción. Si pelea la batalla
de la fe con toda su fuerza de voluntad, vencerá.
A Ud. le toca
entregar su voluntad a la voluntad de Jesucristo; y al hacerlo, Dios tomará
inmediatamente posesión, y obrará en Ud. el querer y el hacer su beneplácito.
Toda su naturaleza quedará entonces bajo el dominio del Espíritu de Cristo; y
aun sus pensamientos le estarán sujetos. Ud. no puede dominar sus impulsos, sus
emociones según lo desee, pero puede dominar la voluntad y puede realizar un
cambio completo en su vida. Entregando su voluntad a Cristo, su vida quedará
oculta con Cristo en Dios, y aliada al poder que está sobre todos los
principados y potestades. Obtendrá de Dios fuerza que le mantendrá firme en su
fuerza; y una nueva luz, aun la luz de la fe viva, le será posible. Pero su
voluntad debe cooperar con la voluntad de Dios, no con la voluntad de asociados
por 158 medio de quienes Satanás está obrando constantemente para entramparle y
destruirle.
¿No quiere Ud.,
sin dilación, ponerse en la debida relación con Dios? ¿No quiere Ud. decir:
"Daré mi voluntad a Jesús, y lo haré en seguida, " y desde ese
momento estar totalmente del lado del Señor? Desprecie la costumbre, y el
fuerte clamoreo del apetito y la pasión. No dé a Satanás oportunidad de decir:
"Eres un miserable hipócrita." Cierre la puerta de manera que Satanás
no pueda acusarle así y desalentarle. Diga: "Quiero creer, creo que Dios
es mi ayudador," y hallará que triunfa en Dios. Manteniendo constantemente
la voluntad de parte del Señor, toda emoción quedará puesta en cautiverio a la
voluntad de Jesús. Entonces encontrará que sus pies están sobre la roca sólida.
A veces ello requerirá toda partícula de la fuerza de voluntad que posea, pero
es Dios quien obra por Ud., y saldrá del modelamiento como vaso para honra.
Hable con fe.
Manténgase de parte de Dios. No ponga el pie sobre el terreno del enemigo, y el
Señor le ayudará. Hará por Ud. lo que Ud. no puede hacer por sí mismo. Como
resultado vendrá a ser como un cedro del Líbano. Su vida será noble y sus obras
se realizarán en Dios. Habrá en Ud. un poder, un fervor y una sencillez que lo
harán instrumento pulido en manos de Dios.
Necesita beber
diariamente en la fuente de la verdad, para poder comprender el secreto del
placer y gozo en el Señor. Pero debe recordar que la voluntad es el resorte de
todas sus acciones. Esta voluntad, que constituye un factor tan importante del
carácter humano, fue en ocasión de la caída, entregada al dominio de Satanás; y
desde entonces él ha estado obrando en el hombre para expresar y ejecutar su
propia voluntad, pero para completa ruina y miseria del hombre. Sin embargo, el
sacrificio infinito de Dios al dar a Jesús, su Hijo amado, como expiación por
el pecado, le habilita para decir, sin violar un solo principio 159 de su
gobierno: "Entregaos a mí; dadme esa voluntad; quitadla del dominio de
Satanás, y yo tomaré posesión de ella; entonces podré obrar en vosotros para
querer y hacer mi beneplácito.'Cuando él nos da el ánimo de Cristo, nuestra voluntad
viene a ser como su voluntad, y nuestro carácter se transforma para ser como el
carácter de Cristo. ¿Es su propósito hacer la voluntad de Dios? ¿Desea Ud.
obedecer las Escrituras? "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, y tome su cruz, y sígame."*
Uno no está
siguiendo a Cristo a menos que se niegue a satisfacer las inclinaciones
propias, y resuelva obedecer a Dios. No son nuestros sentimientos, nuestras
emociones, lo que nos hace hijos de Dios, sino el cumplir la voluntad de Dios.
Una vida de utilidad está delante de Ud., si su voluntad viene a ser la
voluntad de Dios. Entonces podrá subsistir con la virilidad que Dios le dio,
como ejemplo de buenas obras. Entonces ayudará a mantener las reglas de la
disciplina, en vez de contribuir a quebrantarlas. Entonces ayudará a mantener
el orden, en vez de despreciarlo, e incitar a la vida irregular por su propia
conducta. Le digo en el temor de Dios: Yo sé lo que Ud. puede ser si su
voluntad es puesta de parte de Dios. "Coadjutores somos de Dios."*
Ud. puede hacer su obra para el tiempo y la eternidad de tal manera que resista
la prueba del juicio. ¿Lo probará ? ¿Realizará un cambio completo? Ud. es
objeto del amor y la intercesión de Cristo. ¿No quiere entregarse ahora a Dios,
y ayudar a los que están puestos como centinelas para proteger los intereses de
su obra, en vez de causarles tristeza y desaliento? 160
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