CUANDO Satanás
empezó a estar desconforme en el cielo, no presentó su queja delante de Dios y
Cristo; sino que fue entre los ángeles que le creían perfecto, y les hizo creer
que Dios le había hecho una injusticia al preferir a Cristo. El resultado de
esa falsa representación fue que por simpatía con él, una tercera parte de los
ángeles perdió su inocencia, su alto estado, y su feliz hogar. Satanás está
instigando a los hombres a continuar en la tierra la misma obra de celos y
malas sospechas que empezó en el cielo.
Dios no ha
pasado por alto a su pueblo, y elegido a un hombre solitario aquí y otro allí
como los únicos dignos de que les sea confiada su verdad. No da a un hombre una
nueva luz contraria a la fe establecida del cuerpo. En todas las reformas se
han levantarlo hombres que aseveraban esto. Pablo amonestó a la iglesia de su
tiempo: "Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas
perversas, para llevar discípulos tras sí".* El mayor daño que pueda
recibir el pueblo de Dios proviene de aquellos que salen de él hablando cosas
perversas. Por su medio queda vilipendiado el camino de la verdad.
Nadie debe tener
confianza en sí mismo, como si Dios le hubiese dado una luz especial más que a
sus hermanos. Se nos representa a Cristo como morando en su pueblo; y a los
creyentes como "edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo; en el cual,
compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un templo santo en el
Señor: en el cual vosotros también sois juntamente edificados, para morada de
Dios en Espíritu." "Yo pues, preso en el Señor -dice Pablo,- os ruego
que andéis como es digno de la vocación con que sois llamados; con toda
humildad y mansedumbre, con paciencia soportando los unos a los otros en amor;
solícitos a guardar la unidad del Espíritu 74 en el vínculo de la paz. Un
cuerpo, y un Espíritu; como sois también llamados a una misma esperanza de
vuestra vocación: un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el
cual es sobre todas las cosas, y por todas las cosas, y en todos vosotros".*
Hay mil
tentaciones disfrazadas y preparadas para aquellos que tienen la luz de la
verdad; y la única seguridad para cualquiera de nosotros consiste en no recibir
ninguna nueva doctrina, ninguna nueva interpretación de las Escrituras, sin
someterla primero a hermanos de experiencia. Presentádsela con un espíritu
humilde y susceptible de enseñanza, con ferviente oración, y si ellos no la
aceptan, ateneos a su juicio; porque "en la multitud de consejeros hay
salud".*
Satanás está
trabajando constantemente; pero pocos tienen idea alguna de su actividad y
sutileza. El pueblo de Dios debe estar preparado para resistir al astuto
enemigo. Esta resistencia es lo que Satanás teme. El conoce mejor que nosotros
el límite de su poder, y cuán fácilmente puede ser vencido si le resistimos y
arrostramos. Por la fuerza divina, el santo más débil puede más que él y todos
sus ángeles, y si se le probase podría mostrar su poder superior. Por lo tanto
los pasos de Satanás son silenciosos, sus movimientos furtivos, y sus baterías
enmascaradas. El no se atreve a mostrarse abiertamente, no sea que despierte
las energías dormidas del cristiano, y le impulse a ir a Dios en oración.
El enemigo se
está preparando para su última campaña contra la iglesia. Está de tal manera
oculto de la vista que para muchos es difícil creer que existe, y mucho menos
pueden ser convencidos de su asombrosa actividad y poder. Han olvidado
mayormente su pasado, y cuando hace otro paso adelante, no le reconocen como su
enemigo, aquella antigua serpiente, sino que le consideran como un amigo, uno
que está haciendo una buena obra. Jactándose de su independencia, bajo la
influencia espaciosa y hechicera de 75 Satanás, obedecen a los peores impulsos
del corazón humano, y sin embargo creen que Dios los está conduciendo. Si
pudiesen abrirse sus ojos para distinguir a su capitán verían que no están
sirviendo a Dios, sino al enemigo de toda justicia. Verían que la independencia
de que se jactan es una de las más pesadas cadenas que Satanás pueda forjar en
torno a las mentes desequilibradas.
El hombre es
cautivo de Satanás, y está naturalmente inclinado a seguir sus sugestiones y
cumplir sus órdenes. No tiene en sí mismo poder para oponer resistencia eficaz
al mal. Únicamente en la medida en que Cristo more en él por la fe viva,
influyendo sobre sus deseos y fortaleciéndole con fuerza de lo alto, puede el
hombre atreverse a arrostrar a un enemigo tan terrible. Todo otro medio de
defensa es completamente vano. Es únicamente por Cristo cómo es limitado el
poder de Satanás. Esta es una verdad portentosa que todos debieran entender.
Satanás está ocupado en todo momento, yendo de aquí para allá en la tierra,
buscando a quien devorar. Pero la ferviente oración de fe frustrará sus
esfuerzos más arduos. Embrazad, pues, hermanos, "el escudo de la fe con
que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno".*
Los peores
enemigos que tenemos son aquellos que están tratando de destruir la influencia
de los atalayas que están sobre los muros de Sión. Satanás obra por medio de
agentes. Está haciendo un esfuerzo ferviente aquí. Trabaja de acuerdo con un
plan definido, y sus agentes obran de concierto. Una línea de incredulidad se
extiende a través del continente, y está en comunicación con la iglesia de
Dios. Su influencia tiende a minar la confianza en la obra del Espíritu de
Dios. Este elemento está aquí, y obra silenciosamente. Tened cuidado, no sea
que seáis hallados ayudando al enemigo de Dios y del hombre mediante la
difusión de falsos informes, y por crítica y oposición decidida. 76
Por medios
engañosos y conductos invisibles, Satanás está trabajando para fortalecer su
autoridad y poner obstáculos en el camino del pueblo de Dios, a fin de que las
almas no queden libres de su poder, y reunidas bajo el estandarte de Cristo.
Por sus engaños, está tratando de seducir y apartar de Cristo a las almas, y
aquellos que no están establecidos en la verdad quedarán seguramente
entrampados por él. A aquellos a quienes no pueda inducir a pecar, los perseguirá,
como los judíos a Cristo.
El objeto de
Satanás es deshonrar a Dios, y obra con todo elemento no santificado para
lograr este designio. Los hombres a quienes usa como instrumentos para hacer
esta obra, son cegados. y no ven lo que están haciendo hasta que están tan
profundamente envueltos en la culpabilidad que piensan que ya sería inútil
tratar de recobrarse, y lo arriesgan todo, continuando en la transgresión hasta
el amargo fin.
Satanás espera
envolver al pueblo remanente de Dios en la ruina general que está por
sobrevenir a la tierra. A medida que la venida de Cristo se acerque, será más
resuelto y decidido en sus esfuerzos para vencerlo. Se levantarán hombres y
mujeres, profesando tener alguna nueva luz o alguna nueva revelación que
tenderá a conmover la fe en los antiguos hitos. Sus doctrinas no soportarán la
prueba de la Palabra de Dios, pero habrá almas que serán engañadas. Harán
circular falsos informes, y algunos serán prendidos en esta trampa. Creerán
estos rumores, y a su vez los repetirán, y así se formará un vínculo que los
ligue con el archiengañador. Este espíritu no se manifestará siempre desafiando
abiertamente los mensajes que Dios envía pero un decidido descreimiento se
expresa de muchas maneras. Cada declaración falsa alimenta y fortalece ese
descreimiento, y por este medio muchas almas serán inclinadas en mala
dirección.
No podemos
ejercer demasiado cuidado contra toda forma de error, porque Satanás está
tratando constantemente de apartar a los hombres de la verdad. 77
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